Quien se tomó el primer café fue un africano que después de muchas horas de caminar bajo un sol inclemente consiguió un arbusto en medio del desierto y se abalanzó sobre él, hambriento. Le llamaron la atención sus frutos rojos y descargó la planta, sentándose a comer, contento. Pero al morderlos, le frustraron su dureza y su sabor amargo. Acabó dejándolos tirados, continuando su camino en busca de algo para saciar el hambre que traía desde temprano, cuando salió de casa apenas con un cántaro de agua para aliviar el viaje.
Al atardecer, el hombre solo ha dado vueltas extraviado, y se da cuenta de ello cuando vuelve a pasar por el mismo arbusto y ve los frutos que dejó esparcidos sobre la arena. La desesperación le impulsa a volver a probar y los recoge, observando que se han secado, tostados por el sol incandescente. También hay ramas secas, y algunas piedras. Esto le da una idea, pues en casa han cocinado huesos cuando no les queda carne para comer y el caldo es bueno y fortificante.
Al calor de una fogata en el desierto de Abisinia, aliado por la soledad y el ingenio que surge de las necesidades más profundas, un hombre se tomó el primer trago de café.
José E. Castillo Moreno
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Cuento breve, producto del taller de escritura narrativo dictado en la sede de la fundación Bordes durante el mes de noviembre de 2021, por el profesor Pedro Pisanu.
Los participantes fueron personas lectoras, en su mayoría profesionales provenientes de distintos campos, sin experiencia previa en el ejercicio de la escritura creativa.
La imagen es cortesía de José Luis Araque de Caroai Café, quien también nos visitó durante los primeros días de diciembre, para hablar de la historia del cultivo de café en el Táchira.
El café es emblemático de muchas culturas. En Bordes le prestaremos especial atención este 2022 a ese exquisito fruto amargo de nuestra tierra.
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