Seminario Bordes 2021
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Encuentro transdisciplinario en torno a las artes, comunicación y cultura
Ponencia: «El espacio entre los vivos y los muertos»
(Por Pablo Pérez Godoy)
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«Me siento como una muerta en vida, desde hace mucho tiempo, Me aterra pensar que el resucitar signifique seguir con esta agonía eternamente» (Revelación realizada por una paciente)
El termino umbral para Pablo Pérez Godoy representa un momento de transición, como el que experimentamos al atravesar cualquier portal para entrar en un nuevo ambiente por extensión con cualquier tipo de situación o evento que tenga el potencial de modificar nuestro destino, como el paso de la adolescencia a la adultez, a la vejez, etc.»
Pablo Pérez Godoy nos pasea por los símbolos contenidos en la mitología y literatura occidental que dan cuenta de la manera en que nos aproximamos a la muerte, y de como la propia psicología echa mano para establecer un camino de aproximación a la misma. Según destaca Jung en su «teoría de los complejos» «los complejos personales son influenciados por el colectivo y las raíces culturales que no cesan de yuxtaponerse en nuestras vidas determinando nuestra propia visión de la muerte. El estudio del inconsciente está asociado con imágenes del mundo subterráneo, y a los contenidos subyacentes bajo el umbral de la conciencia, que Jung ilustra bajo la figura de un iceberg en donde solo se aprecia lo que hay en la superficie y es a través de la vía de la psicología profunda que se abarca lo que subyace bajo la misma, una masa gigantesca que representa el inconsciente.
Una breve revisión de la historia de nuestras raíces culturales muestra la actitud colectiva de negación de la finitud de la vida, de la proximidad de la muerte, algo que escapa fácilmente de nuestra mirada.
Al ser abordada la muerte en algunos pasajes de la mitología griega, la biblia y la literatura contemporánea, nos damos cuenta de su importancia en la historia cultural de la humanidad y como nos aproximamos al umbral entre la vida y la muerte. En la Mitología griega hay vestigios de lo divino al momento en que las personas se encontraban en una encrucijada y se veían presionadas a tomar decisiones que cambiarían su destino, aparece la figura de Hermes el dios de los caminos que intervenía para ayudarlos, Asimismo Hécate la diosa de las encrucijadas asociada con la sabiduría lunar y las sombras también ejercía una función protectora de los transeúntes.
En la antigüedad y en muchas culturas se colocaban objetos dentro del sarcófago para el viaje a ese otro mundo de los muertos, los griegos por ejemplo colocaban una moneda en la boca del difunto, una tarifa para poder atravesar ese umbral entre los vivos y los muertos, de modo que Caronte, el barquero de esos predios, pudiera dejar pasar las almas al mundo subterráneo del Hades. Los griegos tenían la creencia de que a las almas de los difuntos habia que rendirles ritos mortuorios para ser bien recibidos en el mundo subterráneo de los muertos, el cual describían como un mundo oscuro y lúgubre en el cual tenía su morada el dios Hades y su esposa Perséfone. En la cosmogonía de Hesíodo se describe el origen del universo en dos vertientes: Las generaciones de Titanes hasta llegar a los olímpicos, más cercanos al antropomorfismo de los mortales, y que residían en un monte elevado cercano al cielo lleno de luz, un espacio en cual reinaba la inmortalidad y por el otro lado la vertiente oscura en donde estaba Erebo dios de la oscuridad y Nix, la noche, la reina de la oscuridad.
La aparición de la creencia en un solo dios fue y sigue siendo un gran hito o punto de inflexión, las historias o las creencias del mundo helénico sufrieron un proceso de cambio y a su vez de sincretismo religioso si se quiere, esto desencadenó un ciclo de violencia que duró por mucho tiempo, aproximadamente hasta después de que el emperador Constantino se declaró cristiano, por allá en el 500 DC, periodo este en el cual se instauró la iglesia cristiana. Un tiempo al cual podemos calificar como un umbral para todos los creyentes principalmente del mundo occidental.
El descenso de Jesucristo es para los católicos un suceso análogo a la Nequía para los griegos, es una representación originada de los elementos mitológicos ya vigentes en el politeísmo griego, a saber personajes que lograron descender y emerger de ese mundo de los muertos, como Heracles, Orfeo, Odiseo, Perséfone, etc. descenso y ascenso por los umbrales, cielo-tierra, tierra-olimpo, olimpo-inframundo. En el caso del cristianismo se relata la resurrección de Jesucristo como un paso de este del umbral de los vivos a los muertos en un lapso de 3 días para luego hacerlo en sentido inverso, ósea volver a la vida pero en un nuevo plano
Posteriormente en el imaginario de Dante en su Divina Comedia (transición entre la edad media y el Renacimiento) se nos muestra una visión de la ideología de la iglesia cristiana ante la transición del alma luego de la muerte, con los umbrales del infierno y sus nueve círculos, el purgatorio y el paraíso, otra versión de la vía ascendente de la ideología cristiana para la salvación de las almas, podemos notar como Dante selecciono los círculos del infierno, que utiliza las características o cualidades de los hijos de la noche provenientes del politeísmo griego, y del cristianismo que enseña que podremos resucitar para ir al cielo, a la vida eterna y salvar nuestras almas, desde la vertiente de la psicología Jungiana según expresa Pablo Pérez Godoy «esta imagen de resurrección es una imagen de horror, un muerto que vuelva a la vida es la contradicción de toda la naturaleza viviente en la cual estamos inmersos, redunda en la perdida de conexión con la naturaleza, esa es una ideología para aquellos creyentes esperanzados en la vida eterna que los condena a no vivir en el aquí y el ahora, a su vez nos remite al mito griego de la caja de pandora en que el último de los males que saldrá de la misma es precisamente la esperanza, ese pobre consuelo ante todos los males que se esparcieron por el género humano, (…) el camino ascendente así planteado nos mantiene en negación de la muerte y por ende a llevar una vida que al final solo deja de vivirse».
«También comprendemos que el proceso de autoconocimiento personal choca con las creencias culturales impuestas por el monoteísmo, en otras palabras los complejos históricos culturales que nos acompañan. Es por eso que las personas que trabajamos con el inconsciente sabemos que la vía de atención del trabajo psicoterapéutico es una empresa anti natura debido a que va orientada a la exploración del mundo subterráneo y que el trabajo consigo mismo implica una aproximación a ese umbral de nuestro inconsciente y así aproximarnos a la vida y a la muerte ambos espacios insoslayables del género humano.»
Sinopsis:
Pablo Pérez Godoy nos invita a dar una mirada a algunos de los símbolos y referentes extraídos de la mitología y literatura occidental que han dado cuenta de la manera como nos hemos aproximado a la muerte, y de como la propia psicología ha incorporado para establecer un camino de aproximación a la misma, en particular la corriente jungiana. Según afirma: «El estudio del inconsciente está asociado con imágenes del mundo subterráneo, y a los contenidos subyacentes bajo el umbral de la conciencia».
En este sentido emplea imágenes arquetípicas contenidas en la cultura grecolatina, como Hermes, Hécate, el descenso al Hades o la propia cosmogonía de Hesíodo para ilustrar el modo en que ha sido abordada la muerte en occidente, contrastándolo con el cristianismo que surgió posteriormente, y con el imaginario de Dante.
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